Pájaros en la cabeza,
mariposas en el estómago.

sábado, 19 de marzo de 2011

Vidas peculiares que inspiran la tuya...


       Hay veces que ciertas personas se cruzan en tu camino; pequeñas hadas. Personas que van inspirando con su esencia, personas que transmiten con su dulzura, personas que enseñan con su conocimiento...


Pequeñas personas, con grandes almas, con alas... Con ganas de acompañar a los demás para no dejarles andar solos... con ganas dar la vuelta al mundo y con ganas de fotografiar cada suspiro y cada sonrisa.


La magia que fluye de esas personas es a veces lo que nos basta para saber que podemos llegar a ser felices con solo ver los pequeños detalles y saber apreciarlos. Saber apreciar el frescor de las hojas, el cálido aroma del sol, el sonido del río, la música de las hadas. 


Hablar de hadas es lo que me hace recordar a esas personas, ¿cómo todo puede ser tan bello, tan delicado?,
como una flor. Esas personas tienen nombres, tienen historias, tienen risas, tienen alma. 


Saber que puedes contar con ellas en cualquier momento de tu camino, saber que te recuerdan cuando están distantes, saber que de una pequeña cabecita pueden brotar mil historias de fantasía y saber que con sus vocecillas puedes mostrar una sonrisa, una sonrisa de empatía.


A veces resulta tan fácil preocuparte por las personas, a veces resulta tan sencillo entrar en el mundo de aquellos que no juegan con la sombra, a veces... es tan sencillo cantar.


Gracias, mil gracias por hacerme ver que las palabras pueden ser bellas; gracias por hacerme buscar en mi mente retazos de la magia que nunca perdí; y gracias por no dejar que las hadas se marchen; gracias.


Gracias a aquella persona, aquella persona que procede.... de donde las hadas.

1 comentario:

  1. Todas las hadas del mundo te dan las gracias a ti, mi lindo Ernesto, por saber mirar en aquellos escondites donde habitan y quererlas y tener en tu interior un corazón de bosque que ayuda a tus oídos, a tus manos, a tu lengua a percibir el mundo de luz que te rodea. Gracias a ti, me has emocionado. A mí y a mi pequeñito Rodrigo que crece dentro de mi y espero que algún día también vea con amor a las hadas que se le cruzan por su camino. Te quiero mucho, Ernesto. Sigue así. Siempre estaremos aquí. Para cuando nos necesites.

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